Sunday, May 08, 2011

Cuidado en la Republica Checa como acentúas la letra “K”, no te salgan con Kraneo!!…

Knedlíky, Bramborak, Langoš, Trdelník, Karlovy Vary, Rohlíku v Parek… Tranquilos que no estoy divariando, estos son nombres de algunos de los platos típicos de la Republica Checa. Praga era dentro de mi lista de ciudades del mundo una de mis favoritas por conocer, todo lo que vi, aprendí y deguste estaba completamente a la altura de lo que esperaba. Claro que con la K tuve mis dificultades. Pero si algo disfrute de mis días en Praga, fue comer en las diferentes calles de tan maravillosa ciudad, además de lo económico, lo más típico (por supuesto) son las salchichas de todos los tipos y tamaños imaginables, aunque también puedes encontrar una extensa lista de ofertas gastronomicas durante el recorrido por la antigua ciudad checa.

Mí recorrido junto a Amarilys German inicio en el Old Town, en pleno corazón de Praga. Nos fuimos metiendo por callecitas y callecitas y paramos en la calle Celetná, llena en su totalidad de tiendas de souvernirs y kioscos de comida, yo estaba malo del hambre ¡como siempre!.. Sobre todo con tantos olores ricos que salían de ellos... ji, ji, ji, ji, ji, ji y eso que me había desayunado muy bien en el hotel. Pero como tengo que escribir este articulo debía hacer el esfuerzo de probar algunas cosas que se me cruzaban por el frene ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Por todos lados veía los denominados Skalický trdelník una especie de pan dulce enrollado en un pincho de madera una de las tradiciones culinarias de la cocina eslovaca.

El sabor de aquello es indescriptible, waooooo... Que ricura, Dios mátame nunca ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja... Yo con mi perfecto idioma checo, las señales con los dedos, le dije a la chica que hacia estas maravillas que quería uno y que cuanto era el costo, muy simpática se rió de mí y me escribió en un papel el precio. El Trdelník va girando sobre fuego y toma un color bronceado cuando ya esta listo. Luego le agregan canela (YO ADORO LA CANELA), el Trdelník es muy popular en los mercados callejeros de Praga y aunque no había miel, este también suele servirse con ella.

Siguiendo nuestro recorrido por el Old Town y dispuesto a seguir probando todo lo que se me atravesara en el camino ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, nos encontramos con una tienda de chocolates gourmet y artesanales belga, “Finest Belgian Chocolates”. QUE EJEMPLO, casi me sacan del lugar, no hubo un solo dulce o chocolate que no probara de allí.

Yo puedo dar FE y testimonio que allí probé el mejor chocolate de mi vida ya que era una mezcla de sabores entre amargo y dulce, un sabor que perdurara siempre en mi sentido del gusto... De hecho, las personas que han probado los chocolates belgas, han declarado que sienten que sus pies están siendo levantados del suelo. Desde que entre a esta tienda supe de una vez que estaba en riesgo de tentaciones, pero que degustar todo aquello era una sola oportunidad.

Algo que me llamo la atención fue la elaboración de las mentas naturales de distintos sabores, que maravilloso la precisión de aquellos cortes, la textura de aquellos dulces era suave y cremosa. Una delicia definitivamente.

Llegamos a la plaza principal de la ciudad vieja, y allí realmente me transporte a una historia de un cuento de reyes, príncipe y princesa. De un lado “La Iglesia Nuestra Señora de Tyn”, al otro lado “La Torre del Reloj” y el “Antiguo Ayuntamiento”, y una arquitectura de los que dejan a uno con la boca para que entren moscas ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja.

Yo amo esta ciudad, y si a esto le agrego que el frió que se sentía era bastante agradable, todo parecía perfecto en aquel momento. Me dio gusto caminar e ir encontrándome con tantas cosas; prácticamente había preferido no saber donde estaban los lugares más importantes, cuáles eran las iglesias a visitar, y cosas así.

Las cosas, simplemente, se aparecieron. Aquí solo quedaba caminar como un turista más y seguir disfrutando de tanta belleza y olores de comida ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja… Lo bueno de esta ciudad es que todo está cerca, y eso que nosotros tamos un taxi desde el hotel a la parte vieja de Praga y por estar de finos y vagos nos dieron una engañada que ni les cuento, son unos ladronasos los taxitas, ojo con esto.

Otra vez llego el momento de detenernos en otro de los puestos callejeros para comer algo y recuperar fuerzas de tanto caminar. Yo no soy un fan de la comida rápida. Sin embargo, cuando uno esta de turista debe comer lo que encuentre y en Praga eso no es nada difícil porque hay una gran variedad de cosas para comer. De lejos vimos aquella caseta que decía “klobasa baguette” en donde la fila era larguisima para comprar tan delicioso manjar que olía tan exquisitamente, Amarilys y yo a pesar del frió decidimos aventurarnos a la cola porque siempre he pensado “si los praguenses estaban allí es porque realmente vale la pena hacer la cola”. Y llego mi turno y con mi gran nivel del idioma checo, “las señas con los dedos” ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja le dije al joven que me diera uno de esos.

Por 50 coronas (2 €uros) me comí con todo el placer del mundo un hot dog espectacular (que me disculpen lo de Hot Dog Rico que también tienen sus meritos) pero esto era diferente porque en vez de una salchicha clásica, era de chorizo. QUE COSA MÁS BUENA…aquella carne tan suave, esponjosa y delicada se diluía en mi boca y en cada mordida que daba, por momentos desaparecía de mi cuerpo el frió de invierno de la temporada.

Luego seguimos caminando por la Plaza principal del Old Town (reserva monumental urbana y patrimonio de la humanidad por parte de la UNESCO) y entre mordidas que iban y venían de aquel magnifico “klobasa baguette” (Hog Dog) una parada obligatoria era la del el “Reloj Astronómico” un reloj medieval de mas de seiscientos años que indica las 24 horas de día y que además representa las posiciones del sol y de la luna en el cielo y unas cuantas cosas mas. Yo me preguntaba ¿Por qué hay tanta gente aquí agrupada? ¿Qué magnifica cosa esperaba todo el mundo con la cara hacia arriba?... Como turista al fin y curioso dominicano que soy, me quede allí para ver que pasaría. Una hora después aparecieron unos personajes (12 apóstoles) y al son de unas campanadas comenzó un espectáculo de música y luces que se proyectaban sobre la torre, yo que no soltaba mi Hog Dog, solo pensé ¡Y de verdad yo me aguante este tiempo aquí, con este frió para ver esto, y para colmo sin tomar liquido alguno y casi añugado por aquel klobasa que no bajaba de la garganta no, no, no, no, no... A la verdad que estuvo fuerte!... yo pensé que saldría algo estilo las películas de Steven Spielberg o James Cameron ja, ja, ja, ja, ja… No ombe…

Después continuamos caminando con la intención de llegar a algún lugar donde pudiéramos sentarnos a tomar algo. Para rematar nos paramos a comprar algo que los checos llaman Langoš. Unas tortas fritas (una versión de yaniqueque checo por mejor decirlo) que les puedes pedir (si te llegan a entender) que le pongan mantequilla de ajo, queso rallado o jamón. Yo quería algo dulce y le puse Nutella. No me importaba nada, se que ya sobrepasaba mi limite del día en calorías, pero esto no podía dejar de darle aunque sea un mordida. Bueno, mejor me callo para que no se les haga la boca agua con la descripción de este manjar.

La cuestión que con tantos edificios maravillosos y mirando para un lado, que si mira para el otro, nos perdimos y aparecimos en un cafecito maravilloso, así que como no hay mal que por bien no venga, me arriesgue otra vez por mis lectores de Hosteleria News a probar el clásico aguardiente de ciruela llamado Slivovice, señores que cosa mas fuerte, sentía que podía quedarme desnudo sin importar el frió ja, ja, ja, ja, ja, ja. Esto es una bebida con un fuerte contenido de alcohol. Algo maravilloso que pudimos ver desde donde estábamos sentados, fue otra perspectiva del “Castillo de Praga”, el modelo gótico más grande del mundo desde lo más alto. Una imagen que perdurara para el resto de mi vida en el disco duro de mi corazón y que gracias al Slivovice lo pude disfrutar mejor ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja…

Cansados ya debido al largo día de caminata y con un sol de invierno que se acostaba sobre nuestros rostros, decidimos regresar al hotel, no en taxi, porque nos dimos cuenta de que todo estaba a la redonda y un sitio te llevaba al otro, así que ya no nos engañarían de nuevo esos ladronazos chóferes de taxis. Praga definitivamente es una de las ciudades más hermosas de Europa y ya sea por todas sus “K” en la mayoría sus palabras, Kureci (pollo), kruti (pavo), králi (conejo), kcachna (pato) o kanci (jabalí) es una experiencia gastronomica que se debe experimentar en su totalidad.

Hasta nuestro próximo bocado, sean felices y coman por placer… Bendiciones.

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